Algunas personas tienen la suerte de tener un propósito de vida claro desde la más tierna juventud. Duarte Pio João Miguel Gabriel Rafael, Duque de Braganza (73), tuvo claro su objetivo vital antes incluso de tener uso de razón, pues en su caso es algo que lleva en la sangre.
Como máximo representante de la Casa de Braganza, dinastía de la que surgieron 15 reyes de Portugal y cuatro de Brasil, desde el momento en el que nació estaba destinado a servir a los portugueses. Sin embargo, en 1910 el último rey de Portugal, Don Manuel II (1889-1932) perdió el trono al implantarse la República en el país vecino, y más de un siglo después, el régimen republicano continúa fuerte.
A falta de un sistema político en el que encaje su figura oficialmente, el pretendiente al extinto trono, intenta servir al pueblo luso a su manera, empleando su prestigio familiar para patrocinar causas benéficas -como la recaudación de fondos para los afectados por los incendios que devastaron al país vecino el año pasado- y promover la identidad portuguesa -con visitas regulares a las ex colonias del Imperio-. Para muchos lusos el noble es una especie de padre de la patria, respetado por ser descendiente directo de João IV (1604-1656), el heroico rey que restauró la independencia de Portugal tras 60 años de dominio español.
En un momento en el que las monarquías europeas se encuentran en transición, el Duque de Braganza recibe a EL MUNDO en su despacho de Lisboa para hablar sobre las Familias Reales en Reino Unido y la vecina España, además de su propio papel como pretendiente al trono de Portugal.
Hace unas semanas los medios lusos se hicieron eco de unos comentarios en los que parecía criticar a Meghan Markle, la actriz afroamericana con la que se ha casado el príncipe Harry de Inglaterra: afirmaba que la Reina Isabel se encontraba "en shock con el hecho de que su nieto se casara con una divorciada" de orígenes "culturales" diferentes.
Esos comentarios fueron sacados de contexto. La Duquesa de Sussex me parece maravillosa, y la boda es un símbolo del nuevo espíritu de Reino Unido, abierto a otras culturas. Asumo que la Reina Isabel se sorprendió inicialmente, pero es evidente que lo ha aceptado, como también lo ha hecho el resto de Reino Unido. Sería una tontería criticarla por ser divorciada; la religión anglicana está basada precisamente en el deseo de Enrique VIII de divorciarse de Catalina de Aragón. Ahora bien, en mi familia esa situación sería complicada, porque somos católicos y nuestra religión no permite ese tipo de enlace, pero no siento ningún desprecio hacia las divorciadas. Sobre la mezcla de culturas, siendo portugués apoyo la multiracialidad. Somos un pueblo que siempre ha tenido integrantes de todas partes del mundo -Mozambique, Angola, Goa, etcétera-, y esa diversidad nos enriquece.
Tras el drama de los años noventa, ¿se ha rehabilitado la imagen de los Windsor?
Las fiestas populares que acompañaron esta última boda demuestran que todo eso ha pasado, y que el pueblo quiere a su monarquía: nadie haría una fiesta pública para celebrar la boda de la nieta del presidente de la República. La gente se emociona porque la Familia Real es la familia de todos.
A sus 92 años, es inevitable que se especule acerca de la sucesión de la Reina Isabel. ¿Qué opina de quienes piden que la corona pase directamente a manos de Guillermo, saltando al príncipe Carlos?
Sería una injusticia y una estupidez hacer eso. El príncipe Carlos está extraordinariamente preparado y tiene un enorme sentido de responsabilidad. Además, es un hombre que ha sufrido muchísimo. Tiene el respeto del pueblo; son las empresas del gran capitalismo que están tras las voces que se alzan en su contra. Carlos es un gran defensor de los derechos de los obreros, la ecología y la arquitectura sostenible, y a ellos no les conviene tener a alguien tan concienzudo sobre el trono.
El príncipe Carlos ha sido criticado por presionar al Gobierno británico cuando tiene que pronunciarse sobre estos temas
Un rey nunca debe presionar a su Gobierno públicamente, pero sí debe orientarlo en privado. Hay una serie de televisión inglesa que muestra esas interacciones entre Isabel II y los primeros ministros de turno de muy buena manera.
Se refiere a 'The Crown'.
En efecto. Es una serie muy buena, que muestra que el monarca siempre es neutral, y por eso puede dar asesoramiento franco y honesto.
¿Qué debe hacer un rey si su Gobierno aprueba una ley con la que no está de acuerdo?
El rey tiene la obligación de apoyar a su Gobierno salvo que le suponga un conflicto moral. El Rey Balduino de Bélgica se opuso a la liberalización del aborto en su país y renunció a su cargo antes de ratificar la ley; el Parlamento lo entendió y le restauró una semana más tarde. Creo que es el deber del monarca tomar posiciones así en esos casos que tienen que ver con la vida y muerte.
En 2007 se legalizó el aborto en Portugal. ¿Siendo rey, habría ratificado esa ley?Nunca firmaría una ley que condenaría a muerte a mis conciudadanos. La mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, pero el cuerpo que está creciendo dentro de ella no es suyo. El Estado tiene que crear las condiciones para que el niño nazca; los obstáculos son sociales y económicos, y no creo que la gente quisiese abortar si sabe que hay opciones de vida digna.
¿Cómo valora a la actuación de Felipe VI ante el desafío soberanista en España?
Está haciendo un muy buen trabajo. Es evidente que intenta mantener la legalidad constitucional, pero también siente enorme simpatía hacia sus súbditos catalanes. Creo que ha estado en una situación muy complicada, y que el anterior Gobierno le ha obligado a ser mucho más duro de lo que él habría preferido. Sin la presión del Ejecutivo habría optado por más diálogo y conciliación.
¿Habrá dialogado para calmar los ánimos tras el rifirrafe entre la Reina Letizia y Doña Sofía en Palma?
El incidente de Palma tiene más de fantasía de los periodistas que de escándalo real. Fue la reacción de una madre en un momento determinado, pero no creo que demuestre problemas mayores. Pero la Casa Real tiene que hacer un esfuerzo de relaciones públicas serio para demostrar que todo va bien.
Próximamente, el Rey también tendrá que hacer frente al ingreso en prisión de su cuñado, Iñaki Undangarin, por su papel en el Caso Nóos.
Es duro, pero demuestra que la justicia es igual para todos. Pero creo que la Infanta Cristina, absuelta, debería ser reincorporada a la Familia Real.
En España ha habido muchos cambios recientemente. ¿Qué opina del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez?
Me gusta. Es importante tener Ejecutivos que trabajen con otros partidos para gobernar, y en Portugal tenemos esa situación desde hace dos años: el Ejecutivo socialista que gobierna en minoría con el apoyo de dos partidos de izquierdas, el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda. Están haciendo muy buen trabajo. La clave es poner el bien del país sobre los intereses partidarios.
Hay voces ligadas al nuevo Ejecutivo español que piden que se celebre un referéndum sobre la implantación de la República...
Quienes más se aprovechan de las repúblicas son los independentistas, y la monarquía ofrece buenas soluciones al desafío soberanista en España, tal vez a través de un estatuto de reino unido, como el que tiene Inglaterra con Escocia. Los dos últimos regímenes republicanos en España han traído conflictos y persecuciones. Aquí en Portugal la República llegó en 1910 y fue tan desastrosa que dos décadas después los lusos optaron por dar paso a una dictadura que duró 40 años. Tras la Revolución de los Claveles pasamos por un periodo de violencia inimaginable, mientras que en España la transición fue pacífica debido en gran parte a la figura de Juan Carlos. Las monarquías aportan estabilidad.
¿Cómo define su actual papel en el país vecino?
Desde mi papel institucional defiendo a los más vulnerables, como quienes han sido afectados por los incendios durante este último año... Tenemos que seguir el ejemplo de Galicia, donde saben controlar los incendios desde el primer momento. Y también creo que tenemos que mejorar las relaciones con España, nuestro pueblo hermano.
¿Hay algún asunto que aún nos divide?
Olivenza, la villa portuguesa que España ocupa desde hace 200 años. Hay varios tratados internacionales que establecen que tiene que ser devuelta. Desde un punto de vista conciliador, yo sugiero que se designe como un territorio binacional bajo administración española, con doble nacionalidad para los residentes y tal vez con un régimen especial de impuestos para fomentar el turismo.
Como descendiente del hombre que restauró la independencia de Portugal, ¿qué opina de una nueva Unión Ibérica?
Es un insulto. Defiendo una alianza luso-española, basada en el respeto mutuo. Como dijo un rey portugués hace muchos años, los españoles que hablan de la Unión Ibérica tendrían que preocuparse primero en mantener la unidad de España.
¿Cómo sería Portugal bajo el Rey Duarte Pío?
Nos habríamos ahorrado 40 años de dictadura y entrado en el proyecto europeo antes. Tendríamos un equivalente al Commonwealth británico, con nuestras antiguas colonias unidas. Seríamos un país avanzado y democrático, como el resto de las monarquías europeas.
Fonte: El Mundo
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